
Nadie puede negar que existe una sensación aún imposible de describir de manera unívoca: EL MIEDO. El mismo presenta múltiples causas: materiales, como pueden ser objetos, animales (aún los mas pequeños e inofensivos), vegetales; causas humanísticas, como ser sucesos, frases (“corré, porque sos boleta”), una imagen, un gesto; causas sobrenaturales; un duende, ovnis. A su vez, decimos que se manifiesta con una amplia modalidad de respuestas por parte del sujeto que se moviliza, no habiendo un denominador común en ellas. Para que el mismo esté presente es necesario el juego de dos cosas o sucesos; el primero es el generador o motivador de la sensación y el otro; el reaccionario, aquel que manifiesta que algo ocurrió allí. Suele estar acompañado de un conjunto de síntomas variados entre las especies. Algunos de ellos son: irritación, transpiración intensa, olor fuerte, gritos insoportables, aullidos, estupor, ansiedad, angustia excesiva, excitación, fuga, espontaneidad, parálisis cerebral, risa, impulsividad, llanto, sorpresa, carcajada, exacerbación, horror, movimientos esteriotipados, hiperactividad, fobias varias, negación, compulsión, proyección, cansancio, aumento de bello, ceguera, sensación de frío extremo, etc. Sin embargo, lo más importante es seguir los pasos indicados para calmar dichos síntomas cuando se produzcan en una o varias de las modalidades antes indicadas.
El miedo se enfrenta de frente, a pecho firme, sin escrúpulos. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, contener las lágrimas, y el meo. Mantener la cabeza erguida, los ojos siempre abiertos, los brazos acorde a la situación desencadenada (si necesito retener al oso que me está atacando ferozmente, los inclinaría hacia delante reteniendo a la bestia que intenta comerme, si se me incendia la casa, los inclinaría hacia el teléfono de emergencias, etc.) Es fundamental acomodarse y adaptarse con velocidad a la situación emergente, sin perder la cordura, mantener estable el ritmo cardíaco, y disminuir al máximo posible la sensación de fin del mundo. La primera opción y más efectiva, en una amplia variedad de casos, es la que se denomina vulgarmente “ ¿qué estas esperando?, CORRE BOLU.. ”. Para que la misma se produzca es necesario activar y despertar todas las partes del cuerpo para emprender la fuga, especialmente musculatura de piernas y brazos.
Generalmente aquello que mejor funciona en situaciones donde la motilidad viene lenta o es imposible escapar en pocos segundos; es apelar rápidamente a cualquier recurso yoico evasivo de la situación, por ejemplo; cantar lo primero que se me ocurra, sin corte que me permita evaluarme y angustiarme nuevamente. El corte debe ser solamente para tomar aire y continuar evadiendo (nota: en el caso de incendio no es aconsejable este ítem). Algunas canciones propuestas y eficaces son: “vamos de paseo, pi pi pi” “feliz cumpleaños a mi” “cualquier canción de hinchada, como las de cancha, son de las mas recomendables, por ejemplo “ole ole ole, estoy para ganar!”
Otra opción puede ser el baile, moviendo todas las partes del cuerpo que pueda utilizar en esta situación, las que no se hayan paralizado, o arruinado por la misma. Y finalmente, si no es posible utilizar lo corporal en la situación desencadenada, apelaremos al pensamiento, evitando que todas aquellas frases que interceden en nuestro cerebro a un ritmo acelerado en milésimas de segundos, lleguen a deprimirnos. Para ello, aconsejamos la utilización repetida de las siguientes frases que ayudarán a mantener la calma y cordura hasta que se resuelva la situación planteada. Se aconseja utilizar varias de ellas, intercaladas, cantadas o simplemente repetirlas. Ellas son: “a cualquiera le puede pasar tenerle pánico a las hormigas” “no soy yo, sos vos” “es re normal lo que me pasa” “¿quien tiene miedo? naaa” “ a todos nos pasó alguna vez”
“hay que atravesarlo, dicen que te hace más fuerte” “después de ésta, tengo la mejor anécdota bolu”, “ que copado sería tener la cámara a mano”, “ cuando cuente esto que estoy haciendo, que grosso soy!” “con ésta historia gano bien” “no es esto lo que me afecta, es lo que está de fondo” “ustedes no entienden porque yo miro más allá de lo superficial” “soy sensible,¿y qué?” “está todo bajo control” “estoy en mi mejor momento”.
Finalmente aconsejamos utilizar una o dos de las opciones aquí propuestas, la variación puede ayudar a mantenernos vivos y activos. Lo fundamental es no detenerse, ni vencernos. Conocemos ya que dicha sensación extraña no tiene ni una causa común, ni una consecuencia, pero te tiene a VOS, ¿y VOS qué harías con ella?.
Belen Y, 2do año
Eleonora, 2do año (dibujo)
1 comentario:
¿Qué haría con ella? Mientras leía me acordaba de muchas situaciones...la verdad que nunca me salió adaptarme con velocidad a la situación emergente. Más bien me sale lo otro, la fuga.
...una vez, mis perras se estaban peleando rere mal (una casi mata a la otra) y yo corrí con decisión a buscar un paraguas, lo llevé al lugar de los hechos y lo abrí. La perra salvó su vida sola, mi acción no tuvo n ingun sentido jaja
Publicar un comentario